En junio de 1966 el teniente del Regimiento de Granaderos, Aliberto Rodrigáñez Riccheri, reunió a sus 30 hombres en el Patio de las Palmeras y ante el golpe en ciernes ordenó reforzar la guardia en defensa del orden democrático. Anoche brindó una conferencia de la que también participaron Leandro Illia y el intendente Leonardo Raimundo.
Ante una nutrida concurrencia de público, que colmó las instalaciones del auditorio del Complejo Museológico Pino Histórico, se llevó a cabo anoche la disertación de Aliberto Rodrigáñez Riccheri, granadero que defendió a Arturo Illia durante el golpe de Estado que encabezó el general Juan Carlos Onganía. Del encuentro participaron el intendente Leonardo Raimundo; el presidente del Concejo Municipal, Hernán Ore; el secretario de Gobierno y Cultura, Iván Ludueña, concejales, miembros de diferentes partidos políticos y una gran número de vecinos de la ciudad.
El acto comenzó con la palabra del intendente Raimundo, quien realizó una introducción con el objeto de poner en contexto histórico y social el derrocamiento del presidente radical, que condenó enérgicamente. Luego, Rodrigáñez Riccheri brindó una conferencia que moderó el historiador Roberto Colimodio Galloso y por último pronunció una alocución Leandro Illia, hijo del dirigente cordobés.
El viernes 26 de junio de 1966 Rodrigáñez Riccheri tenía 32 años y era teniente primero del Regimiento de Granaderos a Caballo, cuerpo encargado de la escolta presidencial. Cumplía funciones en la Casa de Gobierno como jefe del destacamento de Guardia junto a dos suboficiales y 28 soldados granaderos que hacían su servicio militar. Lleva en su sangre la de aquel Rodrigáñez que en 1813 obsequió su caballo bayo al coronel San Martín previo al combate de San Lorenzo y la del general Pablo Riccheri, ministro de Guerra que en 1904 recreó el Regimiento y estableció el servicio militar obligatorio.
Rodrigáñez reunió a sus hombres en el Patio de las Palmeras y ordenó reforzar la guardia y cerrar las puertas para resistir en defensa de la investidura presidencial y el orden democrático. “De aquí puede ser que nos saquen a la fuerza, pero con las patas para adelante”, dijo.
Si bien, en sus propios términos, consideraba “ilusorio resistir con treinta granaderos, dotados tan sólo de su armamento individual, era la actitud que cualquier oficial hubiera adoptado en aquella situación” y estaba decidido a cumplir con su deber junto a sus hombres. Reunido en el despacho con el presidente Illia, el jefe de la Casa Militar, políticos y dirigentes radicales, se le ordenó excluir toda posibilidad de resistencia ponderando su “valiente actitud”.
Sin embargo, cuando se presentó el teniente general Julio Rodolfo Alsogaray acompañado por el coronel Luis Perlinger en la puerta de calle Rivadavia, Rodrigáñez lo recibió y se negó a acatar la orden que le dio aquél de replegar la Guardia. En el despacho del Presidente fue testigo del diálogo que mantuvieron Alsogaray e Illia: “Dr. Illia, le comunico en nombre de las Fuerzas Armadas que ha dejado de ser Presidente de los argentinos”.
Serenamente, luego de profundo silencio, rodeado de enfervorizados correligionarios, Illia respondió:“No, general, en nombre de las Fuerzas Armadas no. En todo caso, en nombre de un grupo de generales que usted representa”.
Luego de la conferencia, el intendente Leonardo Raimundo dialogó con medios de prensa, ante los que elogió el coraje del granadero así como también “el compromiso con la democracia que pone de manifiesto la vocación de continuar transmitiendo su histórico legado”. Además celebró la presencia de una gran cantidad de personas jóvenes y de dirigentes de diversas extracciones partidarias: “Esto demuestra que la figura de Arturo Illia ha trascendido los límites de la UCR y es una referencia para todos los que creemos que la democracia es un valor irrenunciable”, concluyó.